En Guanajuato, los reflectores suelen enfocarse en Alejandro Navarro y Samantha Smith. Él, con la ambición de erigirse como referente político en el estado; ella, como el rostro fresco, amable y mediático que viste de modernidad el proyecto. Pero detrás de esa dupla que aparece en foros y portadas, hay un tercer socio que no busca cámaras, que no compite en las urnas, pero que controla la maquinaria más importante: Ludovico Mata.
Mata es quien opera la parte que no se ve. Es quien recoge los moches, define a los proveedores, arma los paquetes de negocio y decide cómo se reparten las tajadas. Navarro y Smith se encargan de la narrativa pública; Mata, del flujo real del dinero. Nada se mueve sin su cálculo. Ninguna licitación se asigna sin su venia. Ningún empresario entra al juego sin antes pasar por él.
Los testimonios que circulan en pasillos oficiales y empresariales son coincidentes: Mata es el financiero del proyecto Navarro-Smith. Un hombre de números fríos, que convierte los recursos públicos en la gasolina de una maquinaria privada. Se le describe como un contador implacable: no se pierde un peso, pero tampoco se otorga sin comisión.
Y lo más delicado: Mata no es sólo operador, es socio de Alejandro Navarro. Juntos participan en negocios disfrazados de contratos, en adjudicaciones armadas a modo, en arreglos donde el interés ciudadano queda relegado al último plano. Samantha Smith, con su sonrisa pública y su discurso de modernidad, es parte esencial de esta sociedad: la cara amable de un esquema que opera en la sombra con la misma lógica de siempre.
Detrás de la retórica de progreso, detrás de la imagen joven y del cálculo político, el verdadero poder descansa en Ludovico Mata. Es él quien arma, reparte y cobra. Es él quien sostiene el andamiaje que Navarro y Smith presentan al público como proyecto de futuro.
El problema es tan viejo como incómodo: en Guanajuato el destino de los ciudadanos se juega en una mesa chica donde no deciden los votos, sino los negocios. Una mesa donde Alejandro Navarro pone la ambición, Samantha Smith la fachada y Ludovico Mata el dinero.
Don Rommel