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Que el relanzamiento del PAN no sea de palabra

Por Mario Felipe Cervantes Villegas

El Partido Acción Nacional atraviesa una de las etapas más decisivas de su historia. Tras el derrumbe electoral de 2024 y el desmantelamiento —ya inevitable— de la alianza con el PRI, el PAN tiene ante sí la oportunidad de reencontrarse con su esencia o de condenarse a la irrelevancia. Pero si su relanzamiento se limita a discursos y conferencias de prensa, a comités reciclados y a los mismos rostros de siempre, el resultado será un déjà vu político que solo acelerará su desconexión con la realidad.

Porque el fin de la coalición no basta. Romper con el PRI puede parecer un acto de independencia, pero no garantiza un nuevo comienzo. El verdadero desafío es romper con la lógica de cúpula, con la vieja costumbre de repartirse candidaturas entre los mismos apellidos y grupos internos. El PAN necesita abrir sus puertas, no solo a quienes militan, sino a la sociedad civil que alguna vez lo vio como un referente moral y ciudadano.

Urge un proceso de reconstrucción desde abajo. No desde los consejos nacionales, sino desde los barrios, las universidades, las cámaras empresariales, las iglesias, los colectivos. El PAN tiene que volver a escuchar. Foros masivos, mesas abiertas, recorridos reales por el país —no giras de simulación— para conocer qué México espera la gente de la oposición. Los ciudadanos no quieren sermones ni nostalgia del pasado; quieren que alguien entienda sus problemas actuales y los traduzca en acción.

El México de hoy no es el que gobernaron. Es un país donde las redes sociales marcan la agenda, donde la política se comunica en segundos y se destruye con un video mal editado. Donde la autoridad moral ya no se presume, se demuestra. Donde los jóvenes no leen comunicados de prensa, pero sí exigen autenticidad. Y el PAN, si quiere sobrevivir, debe aprender a hablar ese lenguaje, a comunicar desde la empatía, no desde el púlpito.

El relanzamiento del PAN debería ser una sacudida, no una puesta en escena. Una reconciliación con su base social y no una repetición de los mismos rituales partidistas. Que no sea una estrategia de mercadotecnia, sino un renacimiento ideológico que reconecte con los valores de honestidad, libertad y bien común que alguna vez le dieron sentido.

Porque si el PAN no se atreve a cambiar en serio, no será Morena quien lo derrote. Será la indiferencia de los ciudadanos.

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