Durante la inauguración de un pozo en la comunidad de San Antonio de Peralta, el alcalde de Abasolo, Job Gallardo Santellano, lanzó un mensaje directo sobre la situación financiera del municipio.
Aseguró que su gobierno ha tenido que destinar entre 15 y 20 millones de pesos para cubrir denuncias, obras simuladas, contratos irregulares y adeudos que —según dijo— fueron heredados de administraciones anteriores.
Aunque el alcalde evitó señalar nombres, en Abasolo se entiende claramente que muchos de esos compromisos provienen de la gestión encabezada por Rocío, quien posteriormente transitó al Congreso local. La carga económica generada en ese periodo continúa limitando la capacidad de inversión del municipio, particularmente en obras hidráulicas y servicios básicos.
En medio del evento, Gallardo también respondió a las críticas en redes sociales donde lo acusan de buscar reelegirse en 2027. De forma contundente declaró:
“En el 2027 no me voy a reelegir, que les quede claro.”
La afirmación disipa rumores, pero abre otra interrogante: ¿qué sigue para Job Gallardo?
Su discurso, más amplio y con tono regional, ha despertado interpretaciones de que podría estar construyendo un camino hacia una diputación federal, donde el margen de maniobra política es mayor y los reflectores más intensos.
Mientras tanto, el municipio continúa absorbiendo los costos de decisiones tomadas en administraciones anteriores, situación que el propio alcalde ha señalado como una de las principales barreras para avanzar con mayor rapidez en la infraestructura que demanda Abasolo.
En resumen, Gallardo no solo rechazó la reelección: también dejó claro que las deudas del pasado siguen condicionando el futuro del municipio, y que su propio rumbo político podría trasladarse a una arena de mayor escala.

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