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El poder que nunca se disculpa

En política, como en la vida, el poder que nunca se disculpa termina por volverse soberbio, ajeno y finalmente débil. Eso es lo que hoy parece estarle ocurriendo al PAN en Guanajuato. Un partido que durante tres décadas fue sinónimo de orden, crecimiento y estabilidad, corre el riesgo de volverse víctima de su propio desgaste.

Las señales son claras: conflictos internos que se ventilan en público, liderazgos que no dialogan, estructuras cerradas a nuevas voces y un distanciamiento creciente con la ciudadanía. Guanajuato ya no es el estado del 2000, la sociedad es otra: más joven, más exigente, más conectada. Sin embargo, el PAN parece anclado en viejas fórmulas de clientelismo, pleitos internos y cuotas de poder.

A ello se suma la desconexión de muchos de sus representantes: diputados que ya no recorren las calles ni construyen leyes con inteligencia social; regidores que no escuchan a la sociedad civil y se limitan a obedecer intereses de grupo; y alcaldes que, en lugar de abrir los municipios a los empresarios locales, los cierran en círculos de corrupción y favoritismo, negando oportunidades y ahogando la competitividad. Esta cadena de errores solo amplifica la percepción de lejanía y hartazgo ciudadano.

Si la dirigencia no cambia de estrategia y no entiende que el verdadero capital político está en la sociedad civil, en los líderes ciudadanos que hoy no militan en ningún partido pero que gozan de credibilidad, el relevo será inevitable. El PAN no puede seguir ignorando a estudiantes, empresarios, colectivos sociales y ciudadanos que buscan un espacio de participación real.

Morena ya está tocando esas puertas. Aunque con contradicciones propias, ha sabido vender la narrativa del “cambio” y de la cercanía con la gente. El PAN, en cambio, transmite la imagen de un club cerrado, donde los mismos apellidos y las mismas facciones se disputan el pastel sin preocuparse por quien se queda fuera de la mesa.

Guanajuato podría ser el último bastión azul. Pero si los panistas no rectifican y siguen en la soberbia del poder que nunca se disculpa, que nunca escucha, el resultado será claro: Morena ganará el estado. Y entonces, lo que parecía impensable hace apenas unos años, será una realidad que los mismos panistas habrán provocado.

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