Sheinbaum firma el decreto que prohíbe la siembra de maíz transgénico

La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, firmó el decreto que prohíbe en la Constitución la siembra de maíz transgénico, pese al reciente fallo en contra en la disputa bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

El artículo 4 de la Constitución establece ahora que el cultivo del maíz “en el territorio nacional debe ser libre de modificaciones genéticas, producidas con técnicas que superen las barreras naturales de la reproducción o la recombinación, como las transgénicas”.

México es centro de origen y diversidad del maíz, que es un elemento de identidad nacional, alimento básico del pueblo de México y la base de la existencia de los pueblos indígenas y afromexicanos”, leyó la mandataria en su conferencia matutina.

Además de la siembra, la reforma establece que “todo otro uso del maíz genéticamente modificado debe ser evaluado en los términos de las disposiciones legales para quedar libre de amenazas para la bioseguridad, la salud y el patrimonio biocultural de México y su población”.

En el artículo 27, la Constitución establece ahora que el Gobierno promoverá el desarrollo cultural, económico y de salud de los campesinos, así como proteger sus cultivos tradicionales y de semillas nativas.

El Estado reconoce ahora que “debe priorizarse la protección a la biodiversidad, la soberanía alimentaria, su manejo agroecológico, promoviendo la investigación científica-humanística, la innovación y los conocimientos tradicionales”.

El decreto se firmó tras revelarse en diciembre pasado el informe final del grupo de especialistas del T-MEC que concluyó que las medidas implementadas por México para prohibir la importación de maíz genéticamente modificado no cumplen con los estándares internacionales y científicos requeridos por el tratado.

El Gobierno mexicano había prometido acatar la resolución, resultado de una controversia que inició Estados Unidos y a la que se sumó Canadá contra el decreto del expresidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) sobre la restricción del glifosato y maíz transgénico, en 2023.

México es autosuficiente en el maíz blanco de consumo humano, pero en 2023 importó más de 3.500 millones de dólares de maíz de Estados Unidos.

Restricciones a los transgénicos en México afectarán la competitividad de los productores de maíz, advierten en foro global

El Foro Global Agroalimentario, celebrado en Guadalajara, México, fue el escenario donde los principales actores del sector agropecuario debatieron sobre el futuro de la producción de alimentos en el mundo. Uno de los temas centrales de discusión fue la reciente decisión del gobierno mexicano de restringir la importación y el uso de maíz transgénico para consumo humano.

Federico Zerboni, miembro de la organización MAIZALL en Argentina, enfatizó que esta medida podría reducir la competitividad de los productores de maíz mexicanos en el mercado internacional. La tecnología que utilizan los productores de otros países les permite mantener costos más bajos y, en consecuencia, ser más competitivos. La restricción de los transgénicos podría poner a los productores mexicanos en una posición desventajosa.

En este contexto, Thomas L. Thompson, editor ejecutivo global del Informe sobre Productividad Agrícola Mundial, alertó sobre la necesidad de aumentar la producción de alimentos para garantizar la alimentación de la población mundial en crecimiento. Sin embargo, señaló que el crecimiento ha sido más lento en los últimos años y que será difícil alcanzar la meta de duplicar la disponibilidad de productos agrícolas hacia 2050.

Juan Cortina Gallardo, presidente del Consejo Nacional Agropecuario en México, planteó el desafío de incrementar la producción de alimentos en un 55% a 60% en los próximos años para garantizar la seguridad alimentaria de una población global en aumento. Este reto se presenta en un contexto de cambio climático, fenómenos meteorológicos extremos y factores geopolíticos que impactan en el sector.

Las restricciones a los transgénicos en México plantean un desafío significativo para los productores de maíz, quienes deberán buscar formas de mantener su competitividad en un mercado global en constante evolución.