Irapuato, Guanajuato, 15 de julio de 2025 — ¿Quién es Salvador Cayón Ceballos? Oficialmente, el presidente de Fibra Shop, un fideicomiso de inversión en bienes raíces con más de 6,000 millones de pesos listados en la Bolsa Mexicana de Valores. Extraoficialmente, Cayón ha construido un modelo de negocios donde los litigios, las influencias institucionales y el acceso a recursos públicos juegan un papel central.
Su nombre es bien conocido en tribunales. Desde Irapuato hasta los tribunales agrarios, Cayón ha hecho del conflicto legal una herramienta de expansión. Un ejemplo ilustrativo: Plaza Cibeles, incorporada al portafolio bursátil de Fibra Shop cuando aún se encontraba en juicio. En el caso de las tierras del Ejido Lo de Juárez, el tribunal agrario dio la razón a la comunidad, pero Cayón resistió la restitución durante años, haciendo uso del laberinto judicial.
Este patrón se repite: adquirir tierras en litigio, presentar activos sin sentencias firmes, sostener pleitos largos y costosos hasta agotar al adversario. No es una defensa legal, es una estrategia de desgaste.
Ambición más allá del terreno
La ambición de Cayón no se limita a los bienes raíces. También ha buscado moldear el poder judicial en Guanajuato. Cuando un magistrado emite resoluciones que afectan sus intereses, la respuesta no es jurídica, sino política: buscar su remoción o presión.
Y no se detiene ahí. También intentó influir directamente en el uso de recursos públicos. Como miembro del Comité Técnico del FIDESSEG —el Fideicomiso Estatal de Desarrollo Social y Seguridad—, Cayón participó en decisiones sobre millones de pesos, supuestamente como representante empresarial. Sin embargo, cuando fue removido por la nueva administración, promovió un amparo… que perdió. El fallo fue claro: no representaba oficialmente a ningún organismo empresarial.
El caso Cayón plantea una interrogante fundamental:
¿Usar recursos públicos para financiar el Movimiento Naranja?
Mientras Salvador Cayón sigue sumando propiedades, recursos y conexiones, no solo litiga tierras: litiga el poder.
No debate: impone. No compite: se adueña.
Y en su visión, el conflicto no es una amenaza… es el negocio.